La dinámica atmosférica integra el conjunto de procesos físicos o
meteorológicos que se producen en el seno de la atmósfera terrestre.
Aunque la Tierra no es el único planeta con atmósfera haremos referencia
aquí solamente a los procesos atmosféricos terrestres. El motor de
todos los procesos atmosféricos terrestres se deriva de la radiación
solar recibida por nuestro planeta y los cambios que origina en su seno
son:
Calentamiento y enfriamiento del aire (aumento y descenso de la
temperatura), siguiendo un ciclo que puede ser diario, estacional o
anual, debido a las consecuencias de los movimientos (de rotación y de
traslación) de nuestro planeta.
Variaciones espaciales y temporales
de la presión atmosférica. Este proceso está íntimamente relacionado con
el anterior: el calentamiento de aire provoca la disminución de su
densidad (porque se expande) y, por ende, la disminución de su presión.
Los
vientos, que se producen para compensar las diferencias de presión
atmosférica señaladas en el punto anterior. La ley general en este caso
es que los vientos se desplazan desde los lugares donde tienen mayor
presión a los que tienen menor presión.
La humedad, que es la mayor o menor cantidad de vapor de agua que tiene la atmósfera en un lugar y momento determinados.
Las
precipitaciónes, que forman parte importantísima en el ciclo
hidrológico y que, en definitiva, hacen posible la vida en la Tierra, al
permitir que con la evaporación, la condensación y las lluvias se
abastezca la provisión de las aguas continentales (aguas superficiales o
subterráneas de continentes e islas en los ríos, lagos, etc.)
Como
ya se ha dicho, la radiación solar es el motor inicial de todos los
procesos atmosféricos. Pero como esta radiación no es uniforme ni en el
espacio ni en el tiempo, se originan áreas que se calientan o enfrían
más que otras y estas diferencias se traducen en diferencias en el
calentamiento desigual de la atmósfera terrestre, que tienen una
importancia fundamental en el estudio de la geografía y en las
condiciones de habitabilidad para las plantas, animales y seres humanos.
Las diferencias de calentamiento del aire se conocen con la medición de
la temperatura atmosférica.
El calentamiento indirecto del aire hace
que aumente de volumen y, por lo tanto, que disminuya de densidad. Esta
disminución de su densidad a un nivel determinado se conoce como la
presión atmosférica, valor medido con el barómetro de mercurio o
aneroide, aparato desarrollado en base al experimento inicial de
Torricelli.
Se denominan vientos a los movimientos del aire en el
seno de la atmósfera. Los vientos siempre tienen dos componentes, uno
horizontal y otro vertical y ambos componentes se compensan entre sí, a
distintas escalas, casi de manera perfecta.
El calentamiento solar de
la atmósfera no es uniforme, por lo que existen zonas más frías y por
lo tanto, de mayor presión (anticiclones) y zonas más cálidas donde la
presión es menor (ciclones o depresiones). Como el aire en los ciclones o
depresiones tiende a subir, el vacío que dejan es reemplazado por aire
procedente de las zonas de alta presión o anticiclones, originándose así
los vientos, que constituyen uno de los procesos fundamentales de la
dinámica atmosférica, al ser responsables de una enorme transferencia de
energía en el seno de la atmósfera.
La humedad del aire es la
cantidad de vapor de agua que se encuentra presente en la atmósfera
terrestre. El vapor procede de la evaporación del agua en los mares y
océanos, en los ríos, los lagos, y de la transpiración de los seres
vivos, en especial, de los vegetales. Puede ser absoluta (gramos por
metro cúbico, por ejemplo) y relativa (que es el porcentaje del valor
máximo de humedad o punto de saturación que el aire tiene en un momento
dado). Así, una humedad del 25 %, por ejemplo, sería una humedad muy
escasa, mientras que una humedad cercana al 100 % estaría saturada y
podría comenzar a producirse una rápida condensación, y por lo tanto, a
formar lluvias y otras formas de precipitación, dependiendo de la
temperatura. Ello significa que la misma humedad absoluta corresponderá a
una humedad relativa más baja si la temperatura del aire es elevada, y
una humedad relativa más alta si la temperatura es baja.
Las lluvias,
lo mismo que sucede con los vientos, constituyen procesos
termodinámicos de la atmósfera que forman una parte muy importante del
ciclo hidrológico en la naturaleza
En resumen, las lluvias dan origen
a un reparto (temporal y espacialmente) del calor previamente recibido
por la superficie terrestre a partir de la radiación solar.